Observe: Aunque a simple vista parece sólida, la cáscara del huevo de gallina, rica en calcio, tiene hasta 8.000 poros microscópicos que permiten la entrada de oxígeno y la salida de dióxido de carbono —un intercambio imprescindible para que el embrión pueda respirar—. Al mismo tiempo, la cáscara y un conjunto de membranas protegen al embrión de posibles infecciones bacterianas. El albumen —sustancia gelatinosa con alto contenido de agua que aparece en la clara— le confiere al huevo su capacidad para absorber golpes.
Los investigadores están buscando maneras de imitar la estructura del huevo a fin de crear empaques con mayor resistencia a los impactos y un recubrimiento que proteja la fruta de bacterias y parásitos. Sin embargo, “copiar a la naturaleza no es tarea fácil”, escribe Marianne Botta Diener en la revista Vivai. De hecho, comenta que hasta ahora los resultados no han sido muy ecológicos que digamos.
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